miércoles, 21 de abril de 2010

LA CALMA (cuento)

LA CALMA (cuento)
LA CALMA
Una vez hace mucho tiempo un dios observaba a unos reyes de hombres, que reunidos ante un gran fuego, contaban sus historias de batallas y conquistas que a cual de todas era, más osada que la otra, hasta que uno de los narradores concluyo diciendo, y aquí concluyen estas historias que demuestran que nuestros reyes, son más grandes que los Dioses, y que no precisamos mas de ellos.
Epa, epa dijo uno de los dioses que observaba los acontecimientos, pero aunque eso no le gusto mucho, siguió escuchando lo que aquel hombre decía.
Sacaremos las estatuas de los dioses de los templos, y pondremos la de nuestros reyes porque ellos merecen ese lugar.
Eso fue lo que colmo la paciencia del dios, y resolvió darles una lección a estos hombres tan poderosos.
Así fue que bajo a la tierra, y descendió en medio del fuego, para demostrarles a los hombres lo poderoso que es .
Todos los hombres se quedaron en silencio ante tal aparición, todos los allí presentes se inclinaron como debe ser ante un Dios tan poderoso.
Que los observo y dijo.
Uds. Hombres que se creen tan poderosos, les quiero hacer una proposición, que es lo que más desean que les pueda dar.
No tardaron en responder, ayudados por el vino dijeron, queremos que se vayan porque ya no nos hacen falta, si, que se vallan, repitieron todos, los que ahí estaban y que el vino también ayudo.
A lo cual el Dios respondió, pero como quieren que nos vayamos, así no mas, después de todos los favores que les hemos otorgado, no me parece justo, nos merecemos una indemnización

Uno de los reyes respondió, que quieren a cambio de que se vallan, oro, sacrificios, pitonisas, díganos que se lo daremos.
A lo cual el dios respondió, pero no, como les voy a pedir algo que a Ud. Les hemos dado.
Entonces que quieren.
Quiero algo que cuando se tiene no se valora, pero cuando no se tiene no hay oro en el mundo que la pueda comprar.
Y que es respondió el rey.
La calma.
La calma repitieron los hombres, y eso con que se come ja, ja ,ja ,ja ,rieron todos , si es tu gusto llévatela, es demasiado aburrida y no sirve para nada.
Muy bien repitió el dios, que así sea, y desapareció.
No había trascurrido mucho tiempo, pero la celebración no llegaba a su fin, nunca cesaba, siempre había alguien haciendo ruido, lo que empezó a irritar a los hombres, cuando no, era los animales ,balando, mugiendo, y hasta los pájaros con sus trinar, y cuando no era eso , por las noches , el viento, la lluvia y los truenos, no cesaban, nada calmaba a los hombres , no podían descansar, siempre alguien interrumpía , siempre alguien molestaba, hasta que a el hombre le empezó a molestar al que tenia al lado suyo, y así empezaron a alejarse unos de otros, esposas de esposos , hijos de padres, hermanos de hermanos, todo de todos, se alejaron buscando estar tranquilos cosa que tampoco lograban.
El mundo se había transformado en un caos.
Hasta que un día, esos mismos reyes que una vez reunidos en rededor de una fogata, y entregaron al Dios la calma, se volvieron a reunir para tratar de encontrar una solución, recuperar la calma a toda costa, no podían vivir sin ella, tenían que llamar al Dios para que los ayude.
Hagamos una gran fogata dijo uno, así llamaremos su atención.
El Dios que de arriba todo lo ve, decidió esperar tres días hasta que como era costumbre, descendió encima de la hoguera, y todos los hombres se postraron.
¡Ho Gran dios, dijo uno de los reyes de hombres, gracias por acudir a nuestro llamado .
Lo que me ha traído es la curiosidad, de saber que pueden necesitar estos hombres tan poderosos, dijo el dios.
Mi señor dios te pedimos que nos regreses la calma, te daremos 10 carrozas de oro por ella.
10 carrozas de oro por la calma, pero creo haberles dicho que no hay oro en el mundo que la pueda comprar, además lo que haría falta para recuperarla uds. No lo tienen.
Entonces mi señor dios como la podremos recuperar
Habría… una posibilidad…. aunque uds.,… No creo que sean capaces de tal proeza.
Dios mi señor dios, que proeza tendríamos que hacer.
Mirar dentro de uds, Ser humildes y dar gracias por que están vivos
Y así fue como los hombres aprendieron a vivir con humildad y recuperaron la calma.
Por eso es que, cuando uno pierde la calma, no hay oro en el mundo, que compre, lo que está dentro de uno



Uno de los reyes respondió, que quieren a cambio de que se vallan, oro, sacrificios, pitonisas, díganos que se lo daremos.
A lo cual el dios respondió, pero no, como les voy a pedir algo que a Ud. Les hemos dado.
Entonces que quieren.
Quiero algo que cuando se tiene no se valora, pero cuando no se tiene no hay oro en el mundo que la pueda comprar.
Y que es respondió el rey.
La calma.
La calma repitieron los hombres, y eso con que se come ja, ja ,ja ,ja ,rieron todos , si es tu gusto llévatela, es demasiado aburrida y no sirve para nada.
Muy bien repitió el dios, que así sea, y desapareció.
No había trascurrido mucho tiempo, pero la celebración no llegaba a su fin, nunca cesaba, siempre había alguien haciendo ruido, lo que empezó a irritar a los hombres, cuando no, era los animales ,balando, mugiendo, y hasta los pájaros con sus trinar, y cuando no era eso , por las noches , el viento, la lluvia y los truenos, no cesaban, nada calmaba a los hombres , no podían descansar, siempre alguien interrumpía , siempre alguien molestaba, hasta que a el hombre le empezó a molestar al que tenia al lado suyo, y así empezaron a alejarse unos de otros, esposas de esposos , hijos de padres, hermanos de hermanos, todo de todos, se alejaron buscando estar tranquilos.
El mundo se había transformado en un caos.
Hasta que un día, esos mismos reyes que una vez reunidos en rededor de una fogata, y entregaron al Dios la calma, se volvieron a reunir para tratar de encontrar una solución, recuperar la calma a toda costa, no podían vivir sin ella, tenían que llamar al Dios para que los ayude.
Hagamos una gran fogata dijo uno, así llamaremos su atención.
El Dios que de arriba todo lo ve, decidió esperar tres días hasta que como era costumbre, descendió encima de la hoguera, y todos los hombres se postraron.
¡Ho Gran dios, dijo uno de los reyes de hombres, gracias por acudir a nuestro llamado .
Lo que me ha traído es la curiosidad, de saber que pueden necesitar estos hombres tan poderosos.
Mi señor dios te pedimos que nos regreses la calma, te daremos 10 carrozas de oro por ella.
10 carrozas de oro por la calma, pero creo haberles dicho que no hay oro en el mundo que la pueda comprar, además lo que haría falta para recuperarla uds. No lo tienen.
Entonces mi señor dios como la podremos recuperar
Habría… una posibilidad…. aunque uds.,… No creo que sean capaces de tal proeza.
Dios mi señor dios, que proeza tendríamos que hacer.
Mirar dentro de uds, Ser humildes y dar gracias por que están vivos
Y así fue como los hombres aprendieron a vivir con humildad y recuperaron la calma.
Por eso es que, cuando uno pierde la calma, no hay oro en el mundo, que compre, lo que está dentro de uno

jueves, 8 de abril de 2010

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